sábado, 9 de abril de 2011

Custodia de la identidad

"las hinchadas se perciben a sí mismas como el único custodio de la identidad. La continuidad de los repertorios que garantizan la identidad de un equipo aparece depositada en los hinchas, los únicos fieles "a los colores", frente a jugadores "traidores", a dirigentes guiados por el interés económico personal, a empresarios televisivos ocupados en maximizar la ganancia, a periodistas corruptos involucrados en negocios de transferencias. Las hinchadas desarrollan, en consecuencia, una autopercepción desmesurada, que agiganta sus obligaciones militantes: la asistencia al estadio no es únicamente el cumplimiento de un rito semanal, sino un doble juego, pragmático y simbólico. Por un lado, por la persistencia del mandato mítico: la asistencia al estadio implica una participación mágica que incide en el resultado. Por el otro: la continuidad de una identidad depende, exclusivamente, de ese incesante concurrir al templo donde se renueva el contrato simbólico" (Alabarces, 1998).
Según esto vemos que los hinchas tienen gran compromiso con los "colores" del equipo, porque son ellos los encargados de cuidar la identidad del equipo, además lo deben defender de personas que solo buscan el bien económico y no el bien del equipo y de los jugadores que traiciona el apoyo que ellos les brindan.
Las barras se mueven en un entorno de simbología que les permite alentar a su equipo, e influir en el resultado de un partido, además con la asistencia fuera de cerrar un contrato simbólico entre los "colores" del equipo y la barra, al mismo tiempo se protege la identidad.


En línea: http://www.efdeportes.com/efd10/gjil10.htm

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